junio 21, 2008

El síndrome del solecito feliz (o infeliz)

He sabido en esta última semana de algunas relaciones que terminaron por motivos muy diferentes, pero la razón fue la misma: todos tienen el síndrome del solecito feliz... o infeliz, a veces.

Ambas relaciones fueron ejemplares en su momento. Quienes no tenemos pareja al verlos sentíamos cierta envidia pues al contemplarlos tan felices llegas a pensar que hagas lo que hagas no podrás llegar a ese grado de perfección con tu propia pareja. Sin embargo, todas llegan a un punto, inevitablemente. ¿Cuál es? Cada uno empieza, cada vez en mayor medida, a llevar agua a su molino, a pensar cada vez más en sus necesidades y placeres, en sus anhelos, en sus metas y en menor medida en las de su pareja.

Las etapas rosas, léase cuando cada uno se desvive por el otro, tienen una duración, es una realidad, pero esto no quiere decir que sólo hay que resignarse a que la relación cambiará y que aquellas cosas tiernas y lindas ya no se repetirán jamás, lo cual también es un mito, pues esto no ocurre necesariamente. Vuelvo al principio. La primera etapa de la relación llena de detalles, gestos tiernos, frases poéticas y promesas de amor puede durar mucho o poco, eso no importa en este momento, sino cómo el lugar central que le concedemos a 'el otr@' se va desplazando para ser ocupado nuevamente por nosotros.

Es decir, en el centro de nuestras vidas estábamos nosotros, le dimos temporalmente ese lugar a alguien más y después vuelve a pasar a nuestras manos, nos volvemos egoístas y esto es lo desconcertante para la pareja y para nosotros mismos: ¿¿cómo si 'X' antes era capaz de atravesar el mundo por mí, ahora no es capaz de sacarme una cosa del refrigerador?? Entonces, es que hemos vuelto a ocupar el centro de nuestras vidas.

Estupendas parejas atravesarán crisis e incluso enfrentarán el rompimiento si no están dispuestas a compartir ese centro, para ser capaces de comprender y amar a alguien más que no sean ellos mismos. No hay otra forma de garantizar el éxito de la relación. Esto no implica una mutación y perder su individualidad, hemos dicho en este espacio muchas veces que el amor consiste en saber compartir la felicidad de cada una de las partes y, a final de cuentas, entender que ahora ya no vivimos para nosotros mismos, sino también para alguien más.

Hombres, mujeres, recuerden: el sol no está dispuesto a ceder su lugar y por siempre todo girará en torno a él. Si esta situación no es la que quieres, podrías emigrar a otra galaxia.

1 comentario:

Cecilia Guadarrama dijo...

multicomentario.
No manches, qué buena historia la de abajo. Quién será??? Con eso de que había mil posibilidades en la facu...
Y de lo otro, ps namás te digo que la gente suele ser más egoísta de lo que uno desearía :(
En fin, beso de domingo :)