Sigo con la sensación de que llego tarde a las citas de la vida.
Mienstras estoy sentado en la sala 3 del McCarran recuerdo vívidamente la última vez que vine a Las Vegas, en septiembre de 2007. Siempre digo que la vida es una película y esa ocasión no fue la excepción. Entonces yo salía por la tarde noche rumbo a la Ciudad de México y anochecía, escuchaba All these things de Elvis Costello mientras el sol se ocultaba justo detrás de esas montañas desérticas y lo coloreaba todo con esa tonalidad rojiza, incluidas a las pocas personas que nos encontrábamos ahí.
Quise recordar esto porque este aeropuerto me contagia de ese sentimiento especial. Hoy es muy diferente el escenario, con la sala 3 llena, ahora son las 11:30... estoy a unos minutos de abordar el avión.
Pero regreso al principio. ¿Qué pasa cuando acudes a una cita de la vida y tienes esa sensación de haber llegado tarde? Me está pasando en este instante, no dejo de pensar en esa mano que no tomé y en ese momento nervioso que en una situación normal no tendría razón de ser. ¿Por qué? La duda me consume. Demasiada cortesía... ¡me niego! ¿Se acuerdan de esos momentos en los que mientras te despides repites las mismas frases sin dejar de mirarl@ y de sonreir? Es porque no te quieres ir ¿cierto? Porque no quisieras despedirte, ¿no?
Soy muy observador y por lo mismo, a veces tengo temor a ver cosas que pueden no ser reales, sino lo que quiero ver. Pero estoy seguro de que esas manos que no se tocaron, se buscaron, sólo que por alguna razón no lo permití... bueno, estoy casi seguro de que fue por esa sensación de haber llegado tarde, de huir cuando las circunstancias, por lo menos aparentemente, son contrarias.
En fin, debemos abordar...
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