mayo 17, 2008

Todos para uno y uno para uno

No, no me equivoqué ni cité al famoso coro que Los Tres Mosqueteros gritaban a la vez. 'Todos para uno y uno para todos' es exactamente la síntesis de esta historia de compañerismo y amistad escrita por el francés Alejandro Dumas a mediados del siglo XIX.

Bueno, en realidad de lo que les quiero platicar es de la película Petróleo Sangriento (There will be blood, Anderson, 2007). La película basada en el libro Oil! (Upton Sinclar, 1927) cuenta la historia de Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis, por este papel ganó el Oscar como Mejor Actor estelar), un minero pobre que a principios del siglo pasado se transforma en un magnate dedicado a la explotación de pozos petroleros, quien está dispuesto a hacer lo que sea necesario para acumular más dinero y consolidar su imperio personal.


Plainview admite no tolerar a la gente, pero hace a un lado su aversión humana con tal de servirse de ellos para extender sus negocios y obtener más ganancias. Fue capaz de recoger a un niño y adoptarlo para ganarse la aceptación de sus moralinos clientes potenciales, para quienes el valor de una familia significaba todo y les daba la confianza suficiente para hacer tratos con él.


Se alió momentáneamente con su peor enemigo, un pastor evangélico carismático, para obtener el favor de uno de sus feligreses, mató a un impostor que pretendió suplantar a su hermano y finalmente maldijo a su hijo porque éste decidió poner su propia empresa petrolera en México. Aunque no podemos culparlo de no haberlo intentado. Daniel recibió a su supuesto medio hermano y no podemos negar que sintió cariño por su hijo adoptivo, pero cuando los negocios así lo exigieron, se olvidó de aquello que posiblemente pudo haber sentido por ellos.


De principio a fin, un individuo que nunca sintió afecto por la gente que lo rodeó, ni siquiera por su propio hijo. Vivió para construir su imperio y un imperio fue lo que obtuvo... nada más. Es una película en la que vemos una vida carente de amor, imposibilitada para dar amor. Nos permite imaginamos cómo sería la vida sin un afecto, sin un amigo, pero sin caer en chantajes emocionales, sino de la manera más realista y por lo mismo más cruda.

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