febrero 14, 2011

El fin del amor


Este domingo 13 de febrero tuve el privilegio de dar nuevamente la conferencia "El fin del amor. Una mirada al sentimiento amoroso en tiempos de desesperanza".

Sí, a propósito del famosísimo día del amor y la amistad, pero creo que fue pertinente revisar el concepto del amor, sobre todo en estos tiempos que considero hay frustración y decepción. ¿Por qué? No es una percepción mía. De acuerdo con las estadísticas del INEGI, a nivel nacional hay una caída dramática en el número de matrimonios año con año, mientras que la cantidad de divorcios observa el efecto contrario.

¿Qué significa? De por sí las uniones celebradas ante un juez se disuelven con mayor velocidad y si le añadimos que además hay menos matrimonios, aquí hay un indicador que llama la atención, algo está pasando en la sociedad y está siendo provocado por un factor o una combinación de ellos. Es decir, es un síntoma de algo que está padeciendo la sociedad, porque, más allá de si estoy defendiendo la idea o a la misma institución del matrimonio, está el hecho de que lo que están comunicando esas estadísticas no puede ser bueno.

  • En 1970 por cada 100 matrimonios hubo tres divorcios. Para 2008 se presentaron 14 divorcios por cada centenar de matrimonios.
  • Mientras en 2000 hubo 46,481 divorcios, en 2008 hubo 81,851, casi se duplicaron.
  • En 2008 hubo 16.7% menos matrimonios que en 2000.
La fuente es el INEGI, según sus más recientes estadísticas publicadas el 11 de febrero de 2011.

Ante estas cifras podemos hacer que no pasa nada o podemos tomarlo en serio y reflexionar. Yo en lo particular creo que, entre muchas otras cosas, un problema muy importante es que hay una relación muy estrecha entre lo que nos dicen que es el amor, lo que aprendemos sobre lo que es y cómo vivimos nuestras relaciones amorosas. ¿Un problema conceptual? Sí, aunque eminentemente es un problema que tiene su origen en nuestra naturaleza humana: el egoísmo.

Estos son algunos de los temas que traté en la conferencia y la retroalimentación que recibí hasta ahora ha confirmado esta línea de reflexión y crítica.

Tenemos dos opciones: la pasividad ante el problema o hacer algo. ¿Tú qué crees que sea el origen de tus intentos frustrados o de la ausencia de plenitud en ese aspecto de tu vida?

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