noviembre 02, 2008

Celebrando la vida


Llegó el famosísimo Día de Muertos o por lo menos así se conoce popularmente. La fusión de la fiesta religiosa del Día de todos los Santos o Día de los Fieles Difuntos y la celebración-ritual prehispánica para presentar ofrendas a los espíritus que han dejado la vida terrenal para ir a Mictlán.

Los indígenas creían que en el Mictlán reposaban los espíritus de quienes habían muerto (la noción de "alma" la introdujeron los colonizadores españoles) hasta el día en el que regresan a los que fueron sus hogares para visitar sus parientes y éstos los esperan con viandas que sus difuntos disfrutaban en vida.

Curiosamente coinciden con otros rituales celtas. El año nuevo celta comenzaba al terminar el verano, el 31 de octubre. Increíblemente, ellos creían que el mundo de los espíritus de los muertos y el mundo los vivos interactuaba en este periodo de transición. Rituales paganos y calificados de "horribles" se supone que eran involucrados en estas fiestas, actos que el cristianismo pretendió extinguir con nuevas fiestas religiosas.

Es bueno recuperar el origen de lo que hoy conocemos en México popularmente como el Día de Muertos y me parece un estupendo pretexto para insistir una vez más en celebrar la vida no olvidando una tradición, sino comenzando a abrazar a la abuela que aún tenemos, cuidando a los padres que un día lo hicieron o quizá regalando flores y comidas a quienes hoy están con nosotros, cuando ya no lo estén ya para qué.

Es asombroso cómo pensar en la muerte puede darle un nuevo significado a la vida. Independientemente de lo que creas, en vida siempre sabrá mejor un beso, una caricia o una frase tierna... ¿no crees?

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