octubre 12, 2008

Tú que estás vivo


La película 'Tú que estás vivo' (Du Levande / You, the living) pronto se volvió una de mis favoritas. Me hace pensar en que simplemente somos humanos. Tenemos problemas para comunicar cómo nos sentimos, para descifrar lo que queremos, para decirle al otro lo importante que es para nosotros, para entender nuestra sopresiva tristeza, que de pronto queramos estar solos, pero sin dejar de ser importantes para quienes amamos.

La pasamos bien ayer, dijo él. Ella le respondió: Sí, eso fue ayer. No importa si ayer le dijiste que la amas, díselo otra vez. ¿Por qué? Simplemente por que ella lo quiere oír de nuevo, la hace sentir especial.

La escena del señor en el balcón es muy representativa de lo mal que nos comunicamos y de lo de acuerdo que estamos generalmente.

Ella quiere conocerlo. Él le invita una cerveza. Ella no la quiere. Ella sólo quiere hablar con él. Él cree que si ella no quiere una cerveza, ella no quiere estar con él, pero pronto entiende que ella no quiere tomar algo, que sólo quiere estar con él. Él le ofrece lo que sea. Él quiere estar con ella. Hay que comprender qué es lo verdaderamente importante. Forma, no es fondo.

El siquiatra que necesita terapia y más que eso cambiar sus esquemas, rutinas y vicios por una vida real. Él ejemplifica perfectamente que nadie es perfecto y que el médico requiere curarse a sí mismo, en ocasiones.

Extraordinaria película llena de realismo sobre las relaciones, la soledad, la dificultad de comunicar mis sentimientos y mis deseos, sobre la rutina y sobre el verdadero amor, sobre aquellas cosas que nos motivan a vivir día a día. Mañana ya no tendrá caso hacerlo, un buen día, todo terminará y no habrá aviso alguno. Tú que estás vivo, vive.

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