julio 12, 2008

El síndrome del relojero

Hacer a tiempo. Buscar a tiempo. Llegar a tiempo. Hablar a tiempo. Callar a tiempo. Querer a tiempo. Abrazar a tiempo. Besar a tiempo. Corregir a tiempo. Salir a tiempo. Entrar a tiempo. Reír a tiempo... Amar a destiempo.

El colmo de un relojero sería ser impuntual. El colmo de un amante sería vivir a destiempo del amor. En este caso, el síndrome del relojero es amar a destiempo, inoportunamente, impertinentemente, cuando no se debe amar, cuando no se debe entregar el corazón, pues el corazón de quien posee las llaves del mío se ha entregado en pos de su propio amor.

Si un síndrome tengo es este. Con esta confesión triste abro mi corazón y derramo mi lamento ante los ojos impávidos de quien indiferente me lee, de quien no comprende mi desesperación. Quizá de la manera en la que se ha escrito y leído de otros síndromes anteriormente. Ay de quienes llegan tarde a las citas del amor, no verán su día, sino el día de la soledad.

¿Tiene caso conocer a quien diría que es mi alma gemela cuando su amor ha entregado ya? ¿Hay razón en llegar tarde a su encuentro para sufrir admirando que la felicidad ajena significa la ruina propia? No.

¿Para qué las coincidencias? ¿Para qué su alma invita a la mía a compartir su esencia? ¿Para qué nuestros espíritus encuentran dulce comunión con su Creador, si han de adorarle separados? ¿Para qué las frases tiernas? ¿Para qué la admiración? ¿Para qué hallar en tus ojos lo que tanto anhelaba encontrar?

Dices que todo es posible, que mientras tu piel no esté sellada todo puede pasar. Yo me esfuerzo y por más que soy puntual en todo en mi vida soy impuntual.

1 comentario:

Cecilia Guadarrama dijo...

Hey, man!
Te mando un abrazote :)