mayo 10, 2008

#4

Haz a otros lo que quieres que ellos hagan contigo.

El "ojo por ojo, diente por diente", de la cultura antigua quedó atrás.

También es inútil el "no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan".

En la primer oración vemos lo que hoy conocemos como la máxima darwiniana de la ley del más fuerte. La voluntad de quien ejerce más poder es la que se impone. La venganza, el odio y el rencor, son el motor de ese estilo de vida: enfocar mi energía en el dolor para devolverlo; la sed de mi propia justicia se impone a mi posibilidad de ser feliz, es decir, obstaculiza mi felicidad.

En la segunda oración, la pasividad es la regla. El No ejercicio del bien es pasividad y, lo que es peor, la indiferencia. La indiferencia anula, porque implica ignorar al otro: no existe, no representa nada. La indiferencia es sentenciar al olvido al otro.

Hacer a otros lo que queremos que hagan con nosotros es tomar en cuenta al otro: sus necesidades, su alegría, su dolor... su vida. Es tomar la iniciativa, es un bien proactivo: no espero a que me traten bien, a que me sonrían, a que me ayuden, a que me escuchen, a que me den una caricia, a que me levanten del piso. Yo apapacho, yo sonrío, yo ayudo, yo escucho, yo acaricio, yo levanto.

Todo se reduce a que recibes lo que das y lo que damos, recibimos.

Más sobre la fuente y sobre el autor de la frase se los contaré en Cine, música y literatura la próxima semana.

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